SDAT
Disminución progresiva e irreversible de la función mental, marcada por deterioro de la memoria y, a menudo, déficits en el razonamiento, el juicio, el pensamiento abstracto, el registro, la comprensión, el aprendizaje, la ejecución de tareas y el uso del lenguaje. Los impedimentos cognitivos disminuyen las habilidades sociales, ocupacionales e intelectuales de una persona. En los Estados Unidos, 4,5 millones de personas padecen demencia. La prevalencia es esp. alto en personas de edad avanzada: entre el 20% y el 40% de los mayores de 85 años son demente. La demencia es algo más común en las mujeres que en los hombres. Debe distinguirse por un examen clínico cuidadoso del delirio, la psicosis, la depresión y los efectos de los medicamentos. Ver: Enfermedad de Alzheimer, corea de Huntington, Enfermedad de Parkinson, tabla
Síntomas
La aparición de la demencia primaria puede ser lenta, tomar meses o años. Los déficits de memoria, el pensamiento abstracto deteriorado, el juicio deficiente y la confusión de la conciencia y la orientación no están presentes hasta las etapas terminales; la depresión, la agitación, el insomnio y la ideación paranoica pueden estar presentes. Los pacientes se vuelven dependientes de las actividades de la vida diaria y, por lo general, mueren por complicaciones de la inmovilidad en la etapa terminal.
Etiología
La demencia puede ser el resultado de muchas enfermedades, como el SIDA, el alcoholismo crónico, la enfermedad de Alzheimer, la deficiencia de vitamina B12, la intoxicación por monóxido de carbono, la anoxia cerebral, el hipotiroidismo, el hematoma subdural o los infartos cerebrales múltiples (demencia vascular).
Tratamiento
Algunos medicamentos, por ejemplo, donepezilo, nemantidina y tacrina, mejoran la función cognitiva en algunos pacientes.
Atención al paciente
Los pacientes dementes merecen una atención respetuosa y digna en todas las etapas de su enfermedad. Los cuidadores ayudan a los dementes con las actividades de la vida diaria y con los cambios cognitivos y de comportamiento que acompañan a la enfermedad. Una variedad de intervenciones de enfermería pueden reducir el riesgo de precipitar inadvertidamente los síntomas conductuales. Los profesionales de la salud deben reforzar las habilidades y los éxitos del paciente en lugar de las discapacidades y los fracasos. Los cuidadores pueden ayudar al paciente a hacer un uso óptimo de sus habilidades al reducir los efectos adversos de otras afecciones de salud, deficiencias sensoriales y defectos cognitivos, al tiempo que maximizan los factores sociales y ambientales que apoyan la capacidad funcional. Las rutinas diarias deben ajustarse para centrarse en la persona en lugar de la tarea, por ejemplo, la comodidad de bañarse en lugar de la necesidad percibida de bañarse de cierta manera en un momento determinado.
Las estrategias de interacción y comunicación deben ajustarse para garantizar que el mensaje entregado sea el percibido (obtener atención, hacer contacto visual, hablar directamente con el individuo, hacer coincidir la comunicación no verbal y los gestos con el mensaje, ralentizar el ritmo del habla, usar oraciones declarativas, usar sustantivos en lugar de pronombres). Se deben evitar los comandos que incluyen la palabra «no» y las preguntas que comienzan con «por qué». Las tareas deben dividirse en pasos manejables. Se proporciona tranquilidad y aliento para ayudar al paciente a actuar de manera más independiente. La conexión a la realidad no es necesaria para un paciente así; por lo tanto, si el paciente pide ver a su madre (que está muerta), recordarle su muerte puede reforzar el dolor de esa pérdida. Puede ser mejor redirigir la conversación, pidiéndole al paciente que hable sobre su madre, en su lugar. Los acuerdos y recordatorios escritos pueden no ser tan útiles como lo serían en el cuidado de otros pacientes, ya que un paciente demente puede no recordar lo que se ha negociado y acordado en el pasado. El entorno del paciente debe ajustarse para proporcionar la seguridad necesaria. Encontrar el equilibrio correcto entre hacer demasiado o muy poco puede ser difícil para el cuidador, que debe reconocer que el equilibrio puede cambiar día a día y que la paciencia y la flexibilidad son más útiles. Los cuidadores deben ser conscientes de que el paciente tendrá momentos de lucidez, que deben apreciarse, pero no considerarse evidencia de que el paciente está exagerando o fingiendo su enfermedad para obtener atención. Los miembros de la familia que brindan atención deben ser conscientes de que ellos también tienen necesidades emocionales y pueden enojarse, frustrarse e impacientarse, y que necesitan ayuda para aprender a perdonarse a sí mismos, así como al ser querido que están cuidando. Por último, esos cuidadores deben aprender a aceptar la ayuda y no deben temer admitir que no pueden cargar con la carga del cuidado por sí mismos.