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Fronteras en Psicología

Autoobjetivación: Consecuencias y Antecedentes

De acuerdo con el relato construccionista social de los análisis feministas, en las sociedades occidentales el cuerpo femenino se construye socialmente como un objeto a ser considerado y evaluado. La teoría de la objetivación (Fredrickson y Roberts, 1997) postula que las mujeres a menudo son vistas como objetos por la sociedad, con un enfoque sexual puesto en sus cuerpos en lugar de en sus habilidades. La ubicuidad de estas experiencias de objetivación socializa a las mujeres para interiorizar una perspectiva observadora sobre su cuerpo. Este proceso se llama auto-objetivación y ocurre cuando las mujeres piensan y se tratan a sí mismas como objetos que deben considerarse y evaluarse en función de la apariencia (Fredrickson y Roberts, 1997; McKinley, 2011).

Desde el trabajo fundacional de Fredrickson y Roberts (1997), la literatura ha demostrado en gran medida el corolario psicológico dañino de la auto-objetivación. La investigación experimental ha demostrado que el aumento de la auto-objetivación promueve la vergüenza general, la ansiedad por la apariencia, el impulso por la delgadez, dificulta el desempeño de las tareas y aumenta el estado de ánimo negativo (Moradi y Huang, 2008; Gervais et al., 2011; Rollero, 2013; Tiggemann, 2013). Consistentemente, los estudios correlacionales han encontrado que la auto-objetivación está relacionada con la ansiedad de apariencia, la vergüenza corporal, las actitudes positivas hacia la cirugía estética, la depresión, la disfunción sexual y varias formas de trastornos alimenticios (por ejemplo, Miner-Rubino et al., 2002; Calogero, 2009; Calogero et al., 2010; Turba y Muehlenkamp, 2011; Tiggemann y Williams, 2012). La mayoría de los estudios correlacionales han sido transversales, pero también se dispone de algunos datos longitudinales que reportan resultados similares (McKinley, 2006).

Incluso si la teoría de la objetivación se desarrolló en referencia a las experiencias de las mujeres, la investigación ha explorado la aplicabilidad de este marco para investigar también la experiencia de los hombres. Los estudios han demostrado que los hombres reportan una menor cosificación de sí mismos que las mujeres, pero los adultos varones jóvenes están cada vez más preocupados por su aspecto físico (Weltzin et al., 2005; Moradi y Huang, 2008). Esto parece estar relacionado con la tendencia creciente a objetivar los cuerpos de los hombres en las sociedades occidentales, lo que aumenta la preocupación por la imagen corporal entre los hombres (Johnson et al., 2007; Daniel et al., 2014). De acuerdo con los hallazgos sobre las mujeres, la auto-objetivación de los hombres se correlaciona con una menor autoestima, estado de ánimo negativo, peor percepción de la salud y trastornos alimenticios (Calogero, 2009; Rollero, 2013; Register et al., 2015; Rollero y De Piccoli, 2015). Además, se han tenido en cuenta los procesos de auto-objetivación para explicar el impulso de musculatura, el ejercicio excesivo y el uso de esteroides en los hombres (Daniel y Bridges, 2010; Parent y Moradi, 2011). En resumen, un gran número de estudios basados en la teoría de la objetivación han aclarado los vínculos entre los procesos de auto-objetivación y los resultados psicológicos relevantes tanto en poblaciones femeninas como masculinas.

Menos estudios han dirigido la atención a los antecedentes potenciales de la auto-objetivación. La mayoría de ellos hacen hincapié en el papel desempeñado por los medios de comunicación: la literatura ha demostrado claramente la relación entre la visualización de modelos de medios objetivados y la auto-objetivación de hombres y mujeres (por ejemplo, Groesz et al., 2002; Tiggemann, 2003; Grabe et al., 2008; López-Guimerà et al., 2010; Rollero, 2013; Vandenbosch y Eggermont, 2014). La internalización de los mensajes objetivadores de los medios de comunicación lleva a los individuos a auto-objetivarse y guía la percepción de su valor (Thompson y Stice, 2001; Vandenbosch y Eggermont, 2012; Karazsia et al., 2013).

Recientemente, algunos autores han señalado la necesidad de abordar los antecedentes ideológicos de la auto-objetivación. En sus estudios experimentales, Calogero y Jost (2011) encontraron que las mujeres expuestas a una ideología específica, es decir, actitudes sexistas, aumentan su nivel de auto-objetivación. Concluyen que la auto-objetivación puede considerarse como una consecuencia de un patrón ideológico que justifica y preserva el statu quo social.

Teng et al. (2016a), con una muestra de mujeres chinas, mostraron que los valores de las mujeres juegan un papel en el fomento de una perspectiva auto-objetivadora, además de otros predictores socioculturales e interpersonales. Por medio de un estudio experimental, estos autores indujeron el materialismo y encontraron que «ciertas señales situacionales que no contienen ninguna información explícita sobre el cuerpo físico podrían dar lugar a la auto-objetivación» (Teng et al., 2016a, p. 226). Así, demostraron que el materialismo puede desencadenar tendencias de auto-objetivación. En línea con esta investigación, Teng et al. (2016b) en su estudio con sujetos chinos mostraron que cuanto más materialistas son las mujeres, más probabilidades tienen de adoptar una mirada objetivadora sobre sí mismas y mostrar más monitoreo de su cuerpo.

A pesar de estos dos estudios recientes y pocas excepciones (Loughnan et al., 2015 para el impacto de la cultura en la auto-objetivación masculina y femenina; Myers y Crowther, 2007 para el papel de las creencias feministas y Hurt et al., 2007 para el papel de la identidad feminista) hasta donde sabemos, ninguna otra investigación ha explorado el papel desempeñado por componentes ideológicos específicos, como los valores personales, en el desarrollo de la auto-objetivación. Sin embargo, según Howard (1985), los valores juegan un papel importante en la formación de las actitudes y comportamientos de las personas.

El presente estudio aborda esta cuestión, considerando que un patrón más amplio de valores personales puede influir en el grado en que tanto hombres como mujeres aceptan e interiorizan la perspectiva objetivadora del medio cultural occidental, i. e., auto-objetivarse.

Conceptualización de valores: La Teoría del Valor de Schwartz

Schwartz (1992, 1994) definió valores como objetivos deseables, abstractos y trans-situacionales que varían en importancia y sirven como principios rectores en la vida de una persona. Según Schwartz (1992), un conjunto de valores básicos se reconoce en todas las sociedades y se organiza en un sistema coherente que subyace a las actitudes y comportamientos. Esta estructura coherente proviene del conflicto o congruencia social y psicológica entre los valores que los individuos sienten cuando toman decisiones (Schwartz, 1992, 2006). La versión clásica de la teoría de valores de Schwartz (Schwartz, 1992) identificó 10 valores humanos básicos agrupados en 4 valores de orden superior. Recientemente, Schwartz et al. (2012) propusieron una teoría refinada, que distinguía 19 valores definidos más estrechamente, agrupados en el mismo valor de orden 4 más alto. Estos valores de orden superior son: el auto-mejoramiento, concebido como poder sobre las personas y el logro del éxito personal a través de la demostración de competencia de acuerdo con los estándares sociales; apertura al cambio, definida como la medida en que las personas están motivadas a seguir sus propios intereses intelectuales y emocionales en direcciones inciertas, a través del cultivo de sus propios ideales y habilidades; autotrascendencia, referida a la importancia dada a la preocupación por los demás, ampliamente definida, y a la vida espiritual, significado en la vida, unidad con la naturaleza y armonía interior; conservación, que combina conformidad, seguridad y tradición, y se refiere a la medida en que las personas están motivadas a preservar el status quo y la certeza que proporciona (Schwartz, 1992; Cieciuch et al., 2014).

De acuerdo con la teoría del valor de Schwartz (Schwartz, 1992), estos cuatro valores forman dos dimensiones bipolares básicas. La primera dimensión se llama apertura al cambio versus conservación y valores grupales en términos en la medida en que motivan a los individuos a perseguir su libertad de maneras impredecibles versus mantener el status quo en las relaciones con otros, instituciones y tradiciones. La segunda dimensión básica se llama auto-mejora versus auto-trascendencia y combina preocupaciones egoístas, logros de poder y hedonismo en oposición al universalismo y los valores de benevolencia. Finalmente, la teoría especifica que la auto-mejora y la apertura al cambio son valores enfocados en la persona, ya que se refieren a dimensiones individuales, mientras que la conservación y la auto-trascendencia son valores enfocados en la sociedad, ya que tratan con las relaciones entre el individuo y su contexto social y medio ambiente (Schwartz, 1992; Cieciuch et al., 2014).

La teoría de Schwartz ha sido probada en una extensa investigación intercultural (por ejemplo, Bardi et al., 2009; Davidov, 2010; Cieciuch et al., 2014) y en relación con diferentes áreas, como el activismo social y político (p.ej., Caprara et al., 2012; Talò y Mannarini, 2015; Vecchione et al., 2015), relaciones de grupo (por ejemplo, Levin et al., 2015), vida laboral (por ejemplo, Sorteix et al., 2015), estilo de crianza (Knafo y Schwartz, 2003), comportamientos de los consumidores (por ejemplo, Choi et al., 2015). Además, los valores básicos son bastante estables a lo largo del tiempo (Schwartz, 2006), cambiando poco incluso frente a muchas transiciones de la vida (Bardi et al., 2014).

En resumen, apoyados por numerosos experimentos y estudios de campo, los valores parecen predecir actitudes y comportamientos específicos del contenido, debido a su representación cognitiva estable de orden superior de las motivaciones humanas y las orientaciones de vida. Ya que encuentran expresión en todos los dominios de la vida y, por lo tanto, subyacen a todas las actitudes y opiniones (Schwartz et al., 2010), en el presente estudio se sugiere que los valores afectan la actitud de las personas hacia la importancia de su apariencia. Específicamente, argumentamos que la auto-objetivación podría ser una consecuencia de un conjunto de valores que implícitamente considera la apariencia corporal como un elemento esencial para el éxito personal, la autoestima y la aceptación social.

Estudio actual

El objetivo del presente estudio fue ampliar investigaciones anteriores sobre los antecedentes de la autoobjetivación. Nos interesaba el papel desempeñado por componentes ideológicos específicos, es decir, valores personales de orden superior, que pueden influir en el grado en que los individuos aceptan e interiorizan la perspectiva objetivadora del medio cultural occidental, es decir., auto-objetivarse.

De acuerdo con la literatura sobre la auto-objetivación (ver Tiggemann, 2013), en el presente estudio la auto-objetivación se operacionalizó a través del constructo de la conciencia corporal objetivada (McKinley, 2011), que se refiere al grado en que las personas piensan y tratan su cuerpo como un objeto. Generalmente se miden dos componentes principales de esta construcción: (a) vigilancia corporal — ver el cuerpo como un observador externo, y (b) vergüenza corporal — sentir vergüenza cuando el cuerpo no se ajusta a los estándares culturales. Finalmente, siguiendo la sugerencia de Moradi y Huang (2008), refiriéndose a la necesidad de evaluar en la investigación empírica, en lugar de suponer, la equivalencia de constructos para hombres y mujeres, ambos participaron en el presente estudio.

Con base en la literatura descrita anteriormente, esperábamos que:

Hipótesis 1: La auto-mejora debería estar vinculada a una alta auto-objetivación (es decir, vigilancia corporal y vergüenza corporal) tanto en hombres como en mujeres. Ya que se refiere al logro del éxito personal a través de estándares sociales (Schwartz, 1992) y en las culturas occidentales, los estándares sociales relacionados con la apariencia promueven la auto-objetivación de hombres y mujeres (Fredrickson y Roberts, 1997; Daniel et al., 2014), se espera que las personas que atribuyen prioridad a la auto-mejora participen más en los procesos de auto-objetivación.

Hipótesis 2: La conservación debe estar relacionada con la autoobjetivación (es decir, vigilancia corporal y vergüenza corporal) solo en la población femenina. Ya que se refiere al mantenimiento de las tradiciones (Schwartz, 1992) y las ideologías sexistas tradicionales consideran la búsqueda de la belleza un deber principalmente para las mujeres que para los hombres (Glick et al., 2005; Fikkan y Rothblum, 2012), se supone que las participantes femeninas que están preocupadas por la necesidad de preservar los valores tradicionales están más involucradas en los procesos de auto-objetivación.

Hipótesis 3: La autotrascendencia debe vincularse a niveles más bajos de autoobjetivación (es decir, vigilancia corporal y vergüenza corporal) tanto en hombres como en mujeres. Dado que los individuos que muestran una alta auto-trascendencia atribuyen prioridad a la preocupación por los demás y por la vida espiritual (Schwartz, 1992), deberían ser menos sensibles a los procesos de auto-objetivación, que en cambio dirigen la atención al monitoreo de su cuerpo y apariencia (Fredrickson y Roberts, 1997).

Hipótesis 4: La apertura al cambio debe estar relacionada con una reducción de la autoobjetivación (es decir, vigilancia corporal y vergüenza corporal) tanto en hombres como en mujeres. Dado que la apertura al cambio implica la motivación para seguir intereses e ideas personales (Schwartz, 1992) y la auto-objetivación representa la interiorización de una perspectiva cultural (Fredrickson y Roberts, 1997), los individuos que persiguen su propia libertad emocional y cognitiva deberían ser menos propensos a interiorizar la perspectiva objetivadora.

Método

Participantes

Los participantes fueron 371 estudiantes italianos de Psicología (76,8% mujeres, edad media = 21,1 años , DE = 2,03, rango 18-29). Su índice de masa corporal medio fue 21.20 (SD = 3.37). Específicamente, 90.el 5% de los participantes tenían un peso saludable (rango de IMC de 18,40 a 24,90), mientras que el 9,5% restante tenía sobrepeso (rango de IMC de 25 a 30,85). Los participantes fueron reclutados en varias aulas durante el receso (Universidad de Turín). No se dio cumplimiento de los requisitos del curso a cambio de su participación.

Declaración ética

Este estudio se llevó a cabo de acuerdo con la Declaración de Helsinki, la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, la Directiva Europea de Protección de Datos (95/46/CE y sus actualizaciones posteriores) y las leyes italianas sobre privacidad y protección de datos (L. 196/2003). Todos los participantes participaron voluntariamente y fueron libres de rellenar o no el cuestionario.

El cuestionario utilizado para la recolección de datos incluyó una portada que explicaba el objetivo de la investigación, el carácter voluntario de la participación, el anonimato de los datos y la elaboración de los hallazgos.

Este estudio forma parte de un proyecto de investigación más amplio para el cual se ha solicitado, y obtenido, la aprobación del Comité de Bioética de la Universidad de Turín.

Medidas

Los datos se recopilaron mediante un cuestionario autoinformado que tardó unos 15 minutos en completarse. Se evaluaron las siguientes variables:

Autoobjetivación: Vergüenza Corporal

Se administró la subescala Vergüenza Corporal de la Escala de Conciencia Corporal Objetivada (McKinley y Hyde, 1996). Es una escala de ocho ítems utilizada para medir la auto-objetivación y los sentimientos de vergüenza cuando el cuerpo no se ajusta a los estándares culturales. Los participantes respondieron a una escala de 7 puntos que oscilaba entre» totalmente en desacuerdo «y» totalmente de acuerdo » (α de Cronbach = 0,83). (por ejemplo, «Cuando no puedo controlar mi peso, siento que algo debe estar mal conmigo»).

Autoobjetivación: Vigilancia Corporal

También se utilizó la subescala de Vigilancia Corporal de la Escala de Conciencia Corporal Objetivada (McKinley y Hyde, 1996). Mide la frecuencia con la que los participantes monitorean su apariencia física y consta de ocho ítems en una escala de 7 puntos que van desde «muy en desacuerdo» a «muy de acuerdo» (α de Cronbach = 0.84) (por ejemplo, «Rara vez pienso en cómo me veo»-ítem invertido).

Valores personales

De acuerdo con la Encuesta de Valores de Schwartz (Schwartz, 1992, 2006), los encuestados calificaron 56 valores «como un principio guía en mi vida», utilizando una escala de 5 puntos que va desde «opuesto a mis valores» hasta «de importancia suprema».»Siguiendo el modelo de Schwartz, los ítems se agruparon en cuatro subescalas, refiriéndose a los valores de orden superior: auto realce (α = 0.81), conservación (α = 0.72), autotrascendencia (α = 0.84) y apertura al cambio (α = 0.79).

Índice de Masa Corporal

Los participantes informaron su altura y peso, que fueron utilizados para calcular el IMC (kg/m2).

Resultados

Todos los análisis estadísticos se realizaron con el software SPSS 21.0.

Las estadísticas descriptivas se presentan en la Tabla 1.

CUADRO 1
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CUADRO 1. Análisis descriptivos y correlaciones de las variables estudiadas.

Antes de probar la relación entre los valores personales y la autoobjetivación, se realizaron pruebas T para evaluar las diferencias entre mujeres y hombres en relación con la vergüenza corporal, la vigilancia corporal y los valores. Como se muestra en el cuadro 2, las mujeres superaron a los hombres en vergüenza y vigilancia. En cuanto a los valores, los hombres atribuyeron mayor prioridad que las mujeres a la mejora de sí mismos y menor prioridad a la conservación y la autotrascendencia. No se observaron diferencias significativas entre mujeres y hombres en relación con la apertura al cambio.

TABLA 2
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la TABLA 2. Diferencias entre hombres y mujeres sobre la auto-objetivación y los valores personales.

Las relaciones hipotéticas se probaron mediante dos modelos de regresión jerárquica. Cada dimensión de la autoobjetivación, es decir, la vergüenza corporal y la vigilancia corporal, retrocedió a los cuatro valores de orden superior. Controlamos el efecto del IMC, ya que esta variable puede afectar a la autoobjetivación (Tiggemann y Lynch, 2001; Rollero y De Piccoli, 2015). Los análisis se realizaron para muestras de hombres y mujeres por separado.

Como se muestra en la Tabla 3, los valores no desempeñaron ningún papel relevante en la predicción de la vergüenza corporal de los hombres. La variable independiente significativa única fue el IMC, lo que demuestra que los hombres con sobrepeso experimentaron una vergüenza mayor que aquellos con un peso saludable. En el caso de la población femenina, dos valores fomentaron la vergüenza corporal, es decir, la auto-mejora y la conservación, mientras que el efecto del IMC no fue significativo.

TABLA 3
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la TABLA 3. Análisis de regresión múltiple que predice la vergüenza corporal.

En la tabla 4 se presentan los hallazgos sobre la vigilancia corporal. La auto-mejora fue un indicador importante tanto para hombres como para mujeres: los participantes que atribuyeron prioridad a lograr el éxito personal en la sociedad son aquellos que estaban más involucrados en la vigilancia corporal. Otros dos valores actuaron como amortiguadores contra la vigilancia: en el caso de los hombres que dan importancia a la autotrascendencia, disminuyó el monitoreo constante de la apariencia, mientras que para las mujeres un papel similar fue jugado por la apertura al cambio.

CUADRO 4
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CUADRO 4. Análisis de regresión múltiple que predice vigilancia corporal.

Discusión

Integrando las perspectivas de objetivación y valor, el presente estudio examinó si los valores de orden superior están relacionados con los procesos de auto-objetivación tanto en hombres como en mujeres.

En cuanto a los valores, es importante recordar que el modelo de Schwartz considera que los valores forman un continuo (Cieciuch et al., 2014) y es posible que un valor específico se encuentre en el borde de dos polos. Además, se describieron algunas diferencias culturales entre los países europeos (op. cit., p. 11). Las correlaciones entre valores de orden superior son aquí todas positivas (ver Tabla 1) porque un valor podría «pertenecer» a dos valores de orden superior diferentes (es decir, el hedonismo puede estar en el borde de los valores de apertura y auto-mejora; o la humildad, ubicada en el borde de los valores de conservación y auto-trascendencia-op. cit., p. 3).

El análisis correlacional muestra que los polos opuestos tienen el índice de correlación más bajo.

Tomados en conjunto, los hallazgos apoyan la conclusión de que los valores personales pueden fomentar o desalentar la autoobjetivación, pero surgieron algunos resultados diferentes entre hombres y mujeres y la dimensión considerada de la autoobjetivación. Específicamente, como se ha hipotetizado (Hipótesis 1), la auto-mejora promueve la auto-objetivación, aumentando la vergüenza corporal de las mujeres y la vigilancia corporal de hombres y mujeres. Como se ve, este valor motiva a las personas a seguir los intereses personales y alcanzar el poder de acuerdo con los estándares socialmente prescritos (Schwartz, 1992; Cieciuch et al., 2014). Podemos argumentar que la apariencia física podría considerarse un indicador del valor personal y, por lo tanto, una base esencial para la realización social. En esta perspectiva, la vigilancia corporal se convierte en el camino necesario para expresar a través de la apariencia física el logro del éxito y el poder personal. Este fenómeno no varía entre hombres y mujeres, de acuerdo con los argumentos de Daniel et al. (2014) demostrando la tendencia creciente a objetivar a los hombres también en las sociedades occidentales. Sin embargo, experimentar vergüenza como consecuencia de la auto-mejora puede seguir siendo una prerrogativa de las mujeres. En otras palabras, la vigilancia corporal, en nuestra sociedad, es necesaria para el éxito social, pero sobre todo para las mujeres, una preocupación constante por tener un cuerpo que no cumple con los estándares culturales genera la experiencia de la vergüenza.

Parcialmente en línea con nuestra hipótesis (Hipótesis 2), la conservación aumentó la vergüenza corporal en las mujeres. Los valores conservadores probablemente incluyen una concepción más estereotipada de los roles y características de género. Las mujeres, y no los hombres, que tienen actitudes sexistas tradicionales pueden juzgar pertinente la búsqueda del atractivo físico. De hecho, aunque se ha demostrado que la belleza juega un papel clave en la consideración tanto de hombres como de mujeres(Langlois et al., 2000), tradicionalmente, las mujeres, con más frecuencia que los hombres, son socializadas a la importancia de «trabajar en» su apariencia y reciben una recompensa real que se deriva de los estándares sociales adecuados de belleza (Fredrickson y Roberts, 1997; Liss et al., 2011; Tartaglia y Rollero, 2015). Por lo tanto, las mujeres con altos valores conservadores parecen ser más propensas a aceptar e interiorizar el «deber tradicional» de adherirse a las normas culturales de apariencia: cuando sienten que no pueden, experimentan vergüenza.

Los efectos de la autotrascendencia y la apertura al cambio no fueron tan protectores como se hipotetizó (Hipótesis 3 y 4). El primer valor de orden más alto se relacionó con la vigilancia corporal de los hombres, mientras que la apertura al cambio afectó la vigilancia corporal de las mujeres. En la perspectiva de Schwartz (Schwartz, 1992; Cieciuch et al., 2014), la autotrascendencia se refiere al universalismo y la benevolencia hacia los demás, y se opone a la auto-mejora. Los hallazgos relativos a la población masculina son consistentes con esta concepción bipolar: los hombres enfocados en su propio logro de poder se preocupan por su apariencia física como camino para encontrarse con su éxito personal, mientras que los hombres preocupados por el bienestar de los demás dirigen la atención a otros asuntos y no sienten la necesidad de monitorear constantemente su apariencia.

Los resultados relativos a las mujeres parecen revelar patrones más intrincados. En su caso, ser alto en valores de autotrascendencia no impacta en la auto-objetivación. Sin embargo, las mujeres motivadas en perseguir sus propios ideales, habilidades e intereses, i. e. abiertos al cambio, parecen desafiar el entorno cultural objetivador: la búsqueda de una auto-dirección personal representa un factor protector contra la internalización de los procesos de objetivación y, por lo tanto, disminuye la auto-objetivación. En línea con los resultados sobre la auto-mejora, podemos argumentar que la sensibilidad a los estándares sociales fomenta la auto-objetivación, mientras que los esfuerzos por alcanzar la autenticidad y la libertad para cultivar los intereses personales impiden el compromiso con la vigilancia corporal. Este patrón se acerca a la conceptualización clásica de Rogers (1961): según él, la autenticidad puede concebirse como el sentido de empoderamiento y libertad para comportarse de una manera que es una expresión de principios, objetivos y sentimientos personales, en lugar de la consecuencia de expectativas externas. En este sentido, las mujeres que atribuyen prioridad a la apertura al cambio son menos sensibles a las expectativas externas, incluso las relativas a su apariencia física.

Nuestros datos, en general, de acuerdo con muchos estudios (Strelan y Hargreaves, 2005) muestran que la auto-objetivación es menos fuerte para los hombres; a partir de este dato, podemos argumentar que las consecuencias negativas de la objetivación sexual también son menos fuertes para los hombres (Saguy et al., 2010).

Según Loughnan et al. (2015), la auto-objetivación afecta tanto a hombres como a mujeres, aunque la carga recae más pesadamente en las mujeres. Pero, hasta donde sabemos, este fue el primer estudio que examinó el papel de los valores personales de orden superior en la auto-objetivación, mostrando que los valores personales parecen actuar en la auto-objetivación de manera diferente para hombres y mujeres.

Este estudio presenta limitaciones y plantea preguntas que son más dignas de la investigación por la investigación adicional. La primera limitación es que nuestra investigación no tuvo en cuenta otras variables que pueden afectar la relación entre valores y autoobjetivación. La literatura reciente sobre valores ha afirmado que los factores contextuales influyen en la medida en que las motivaciones de valor de los individuos se expresan en sus actitudes sociales: las personas con un alto nivel de conformidad son más propensas a regular sus comportamientos para ajustarse al contexto normativo específico y minimizar sus valores personales, mientras que las personas con un bajo nivel de conformidad son más propensas a expresar sus valores personales en actitudes y comportamientos (Boer y Fischer, 2013). También se pueden considerar otros componentes ideológicos, como el respaldo a las actitudes sexistas, en línea con la concepción de la auto-objetivación como una poderosa lente cultural a través de la cual las mujeres se ven a sí mismas y a través de la cual reiteran su propio estado de desventaja (Calogero y Jost, 2011). Además, los análisis específicos de interacción entre el sexo y otras variables relevantes ampliarían el conocimiento sobre el papel desempeñado por el género.

Otra limitación está relacionada con la población involucrada: la muestra se restringió a estudiantes universitarios blancos residentes en Italia y, por lo tanto, los resultados no pueden generalizarse a otros grupos de personas. La investigación futura debe tener en cuenta las características específicas de los encuestados, como su edad y nivel educativo, así como su contexto cultural. Además, utilizamos el autoinforme de altura y peso para calcular el IMC: aunque la mayoría de los estudios en este campo utilizan estas medidas de autoinforme, representan una limitación ya que se basan en la veracidad de los participantes.

A pesar de estas limitaciones, creemos que este estudio ofrece algunos estímulos dirigidos a profundizar el análisis de aspectos multifactoriales que contribuyen para el desarrollo de la auto-objetivación. Además de las implicaciones relacionadas con la investigación, creemos que este estudio podría ofrecer algunos estímulos que pueden ser utilizados en programas de capacitación, especialmente para adolescentes y jóvenes, dirigidos a desarrollar valores que deben jugar un papel importante en contribuir o proteger contra el desarrollo de la auto-objetivación.

Las contribuciones de los autores

NDP y CR compartieron la concepción, el diseño y la versión final del trabajo. La contribución del PND se centró principalmente en la parte teórica y en su revisión crítica. Las contribuciones de la RC se realizaron principalmente en cuestiones metodológicas y análisis de datos. El PND y el RC son responsables conjuntamente del contenido del trabajo, asegurando que todos los aspectos relacionados con la exactitud o integridad del estudio se investiguen y resuelvan de manera adecuada. NDP y CR compartieron la consistencia interna del documento.

Declaración de Conflicto de Intereses

Los autores declaran que la investigación se realizó en ausencia de relaciones comerciales o financieras que pudieran interpretarse como un posible conflicto de intereses.

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