Hylomorfismo
Término acuñado de las palabras griegas λη (materia) y μορφή (forma) y utilizado para designar la enseñanza aristotélica-escolástica de que todos los cuerpos naturales o físicos están compuestos de materia y forma como principios sustanciales esenciales. Aparte de su importancia filosófica, la doctrina ha sido ampliamente utilizada por los teólogos católicos para explicar la transubstanciación, la relación alma-cuerpo y varios puntos de la teología sacramental. Este artículo esboza las características sobresalientes de la doctrina y luego esboza sus principales aplicaciones en la teología católica.
Doctrina. El hilomorfismo (a veces deletreado hylemorfismo) generalmente se opone al atomismo, que intenta explicar todos los cambios naturales y las propiedades de los cuerpos en términos de átomos o algún principio puramente material, y al dinamismo, que intenta explicar fenómenos similares en términos de energía o algún principio puramente formal. El hilomorfismo, a diferencia de tales doctrinas monistas, es de carácter dualista. Sostiene que la sustancia y la actividad de las cosas que se encuentran en el universo físico deben explicarse en última instancia en términos de dos principios, uno material y otro formal, tradicionalmente denominados materia primaria y forma sustancial, respectivamente. Como principios substanciales coconstituyentes, no deben confundirse con elementos, que entran en la estructura de los compuestos pero no son sus constitutivos esenciales (ver principio; elemento). Sin embargo, no es necesario que haya incoherencias al invocar tanto una composición esencial como una composición estructural para explicar las propiedades de los cuerpos.
La materia primaria, como principio material, es indeterminada, pasiva y puramente potencial; lo mismo en todos los cuerpos, sirve para explicar características comunes como la extensión, la masa y la inercia. La forma sustancial, como principio formal, es determinante y actualizada; da cuenta de las propiedades y características específicas que sirven para diferenciar un tipo de cuerpo de otro. La materia primaria y la forma sustancial se unen bajo la influencia de su causalidad recíproca como principios intrínsecos y van a formar materia secundaria, un término utilizado para designar una sustancia corpórea de cierta naturaleza determinada, como el mármol. La materia secundaria, a su vez, es considerada como la receptora de formas accidentales, o accidentes, que modifican aún más la sustancia sin cambiar su naturaleza; un ejemplo de tal modificación adicional es la forma impuesta al mármol por un escultor.
La existencia y las características de la materia primaria y de la forma sustancial se han establecido tradicionalmente mediante un análisis de los cambios que tienen lugar en el orden de la naturaleza, en particular los del tipo reconocible como cambio sustancial. También se han propuesto otros argumentos en apoyo de la composición hilomórfica, algunos metafísicos, basados en la aplicación de la doctrina de la potencia y el acto a la sustancia material; otros lógicos, basados en el análisis de los modos de predicación con respecto a los sujetos de cambio; y aún otros fenomenológicos, basados en la clasificación de varias propiedades opuestas de los cuerpos, como su actividad y pasividad y su individualidad y características esenciales comunes.
Cuando las teorías atómicas clásicas de tipo mecanicista y determinista estaban de moda entre los científicos, antes del advenimiento de la mecánica cuántica, algunos pensadores rechazaron el hilomorfismo como en conflicto con las teorías científicas reinantes e intentaron reemplazarlo por una doctrina más concordista conocida como hilosistemismo. Con el advenimiento de la teoría cuántica y las diversas interpretaciones filosóficas puestas en el principio de incertidumbre, sin embargo, junto con los desarrollos en la física de alta energía, particularmente el descubrimiento de un gran número de las llamadas partículas elementales, el hilomorfismo ha vuelto a encontrar el favor entre los escolásticos interesados en la filosofía de la ciencia y sus problemas. (Para una explicación y justificación más completa de la doctrina hilomórfica, vea materia y forma; materia; forma.)
Aplicaciones. Desde principios del siglo XIII, con pensadores como Guillermo de auxerre, felipe el canciller y guillermo de auvernia, la terminología aristotélica se fue abriendo paso gradualmente en la teología. El clímax del desarrollo aristotélico se alcanzó en las enseñanzas de Alberto Magno y de tomás de aquino durante el alto período escolástico, este último en particular haciendo un amplio uso de la materia y la forma, así como de las doctrinas relacionadas de la potencia y el acto y de la esencia y la existencia en sus elaboraciones teológicas. La influencia tomista persiste en la teología católica hasta el presente, y sirve para explicar gran parte de su terminología. Sin embargo, los conceptos de materia y forma no siempre se han entendido exactamente como los propuso Tomás de Aquino, habiendo una considerable controversia sobre temas como la unidad de la forma sustancial en los compuestos. Aunque estuvo de acuerdo en doctrinas fundamentales, la escuela franciscana se opuso a Aquino en una serie de detalles, al igual que F. Suárez en un contexto de pensamiento posterior.
Una aplicación teológica importante del hilomorfismo es explicar lo que sucede durante el rito eucarístico de la transubstanciación. Los teólogos medievales consideraban el pan y el vino como sustancias individuales compuestas de materia primaria y forma sustancial. En su opinión, cuando se pronuncian las palabras de consagración, bajo la acción de Dios, la sustancia única del pan se convierte en la sustancia del Cuerpo de Cristo de tal manera que la forma sustancial del pan ya no permanece; también se cambia la materia primaria, de modo que solo quedan los accidentes del pan después de la conversión (Tomás de Aquino, Summa theologiae 3a, 75.6–8). Los teólogos católicos modernos, haciendo uso de análisis científicos, ya no consideran el pan y el vino como sustancias individuales, sino que emplean un marco conceptual similar al explicar los efectos de la consagración (ver fundamentación tran).
Otra aplicación teológica del hilomorfismo es explicar cómo el alma humana está unida al cuerpo (ver relación alma-cuerpo), una enseñanza que se ha desarrollado más en conjunto con las doctrinas de la unión hipostática y de la inmortalidad del alma humana (ver inmortalidad). La enseñanza sobre la gracia santificante como una forma accidental y sobrenatural del alma también se basa en conceptos de forma-materia. Lo mismo puede decirse de manera análoga para gran parte de la teología sacramental, donde la noción de una materia y una forma propia de cada Sacramento tiene su origen histórico en el hilomorfismo.
Véase También: hylosystemism.
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