Missi Dominici
Missi Dominici es el nombre de una clase de comisarios extraordinarios enviados por las dinastías carlovingias. a diferentes partes de sus dominios para diversos propósitos de gobierno civil y eclesiástico. La importancia de estos oficiales aumentó enormemente gracias a Carlos el Grande, que los empleó como un medio eficaz de restringir el peligroso poder de los duques; pero dada la importancia que se le daba a estos dignatarios, habiendo demostrado bajo Pipino que eran peligrosos para la autoridad real, Carlos se esforzó por debilitarlos y destruir su poder por completo, transfiriendo sus funciones de supervisión sobre las jurisdicciones de los condes, la administración de los obispos, etc., a la. missi dominici. Todo el imperio se dividió en distritos (missatica, legationes), coincidiendo generalmente con la provincia de un metropolitano. La misión recibió instrucciones especiales con respecto a los diferentes puntos de su misión. Tan grande era la importancia que el emperador daba a la cuidadosa ejecución de sus diseños, que a las instrucciones escritas siempre dadas a sus representantes que viajaban, añadía con frecuencia explicaciones y discusiones orales. De este modo, la missi se convirtió en el órgano por el que la autoridad central administraba la administración de todo el imperio; y de hecho, no había ninguna parte de los asuntos de gobierno que estuviera totalmente fuera de su competencia. Sus principales deberes eran los siguientes:
(1) Velar por que se observaran las leyes, tanto del Estado como de la Iglesia.
(2) A la jurisdicción de superintendencia. En cualquier causa o demanda que no haya una decisión del tribunal, se espera de la misia la decisión; también reciben denuncias contra los tribunales. A tal efecto, celebran sesiones cuatro veces al año en diferentes lugares. Nombraron a meliores et veteriores, cuya tarea era denunciar los crímenes, transgresiones, etc. que había ocurrido.
(3) Supervisar la ejecución de las leyes relativas al ejército, y exigir la multa de sesenta solidi (heribannum) a los morosos.
(4) Supervisar en general las posesiones del Estado y de la Iglesia, y hacer registros y descripciones de las mismas. Para llevar a cabo estas medidas, la misia llevaba a cabo una especie de dieta (placita provincia), y en estas sesiones el clero superior, los condes y algunos otros oficiales estaban obligados a comparecer, bajo pena del heribam. Los que persistieron en su negativa fueron denunciados al rey.
Se esperaba que la misión diera cuentas detalladas de su misión en la corte. En asuntos difíciles, de los cuales se negaron a asumir la responsabilidad, la decisión fue dejada al rey. Todas las personas a las que la corte y la misia les habían negado justicia siempre habían recurrido al rey. Con el fin de dar a la misi suficiente autoridad, se les permitió el derecho de imponer la multa del heribann; y los desobedientes fueron amenazados incluso de muerte. Se les concedieron compensaciones por los gastos de sus viajes. Mira a Franc. de Roy, De Missis dominicis, eorun officio et potestate; Neuhauss, De A Miss. domin. disciplina publicitaria. publ. (Leipzig, 1744, 8vo). (J. H. W.)