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Ollanta Humala

Carrera política y presidencia

Humala se postuló para presidente en las elecciones de Perú de 2006. Obtuvo la mayor cantidad de votos en la primera ronda y avanzó a una segunda vuelta con Alan García. Durante la campaña, Humala se alió públicamente con el Presidente venezolano. Hugo Chávez, y Chávez apoyó abiertamente la candidatura presidencial de Humala, lo que llevó a García a advertir que «Perú se convertiría en una colonia de Venezuela» si Humala se convertía en presidente. García ganó la elección por un margen de 52,62 a 47,37 por ciento.

En 2011 Humala volvió a presentarse a la presidencia. Dando un giro brusco, intentó minimizar su asociación con Chávez, afirmando explícitamente que «el modelo venezolano no se aplica en Perú» y reformulándose como un político de centro-izquierda en el molde del ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva. Al negar que deseaba llevar la revolución socialista de Chávez al Perú, Humala prometió en cambio seguir políticas de izquierda moderada mientras buscaba reducir la pobreza en el país, donde aproximadamente un tercio de la población vivía por debajo de la línea de pobreza a pesar de casi una década de sólido crecimiento económico. Repudió sus promesas anteriores de renegociar los acuerdos de libre comercio de Perú y reescribir la constitución para darle al gobierno un papel más importante en la economía. Aunque sus planes incluían impuestos más altos para el lucrativo sector minero del país, insistió en que negociaría con las compañías mineras sobre impuestos en lugar de imponerlos unilateralmente.

Obtenga una suscripción Premium de Britannica y obtenga acceso a contenido exclusivo. Al igual que en 2006, Humala ganó la primera ronda de votación y avanzó a una segunda vuelta, esta vez con la congresista conservadora Keiko Fujimori. Los dos estaban involucrados en una contienda altamente polarizadora en la que Humala continuó enfrentando preguntas sobre sus vínculos con Chávez y Fujimori enfrentó acusaciones de que ella era una representante de su padre, el ex presidente (1990-2000), quien ahora está encarcelado por cargos de derechos humanos y corrupción. El 5 de junio de 2011, Humala prevaleció sobre Fujimori en la segunda vuelta, obteniendo una victoria estrecha de 51,45 a 48,55 por ciento en una de las elecciones presidenciales más cercanas en la historia de Perú. Fue inaugurado el 28 de julio.

Los críticos de Humala expresaron escepticismo sobre su transformación política, pero, después de su victoria, continuó con un tono moderado, prometiendo estabilidad económica y un enfoque pragmático para resolver problemas sociales. También se comprometió a respetar la democracia, declarando que tenía la intención de construir «un gobierno de acuerdo, de una amplia base donde nadie se sienta excluido.»

Sherman Hollar

Al elegir no seguir una agenda radical, Humala perdió el apoyo de la izquierda política de Perú, y para 2014 más de una docena de miembros del Congreso que habían apoyado su candidatura abandonaron a Humala para formar una nueva coalición que se opondría a él en el período previo a las elecciones presidenciales de 2016. (A Humala se le prohibió constitucionalmente postularse para un mandato consecutivo, pero hubo mucha especulación de que su esposa, Nadine Heredia, cuya popularidad excedió en gran medida a la suya, sería candidata presidencial. Humala también se enfrentó a la oposición de los conservadores en 2012, cuando su gobierno propuso comprar una participación en las participaciones locales de la petrolera española Repsol SA. Aunque no se tomaron medidas de ese tipo, el sector privado se quejó en voz alta de lo que algunos consideraban una intromisión del gobierno en el mercado. A pesar de esos reveses políticos para Humala, durante los primeros años de su presidencia la economía peruana siguió prosperando, registrando un crecimiento anual del PIB de más del 6 por ciento, al tiempo que mantenía bajas tasas de inflación. La popularidad personal de Humala entre los peruanos, sin embargo, disminuyó notablemente, aparentemente en respuesta a la percepción, entre algunos, de promesas de campaña fallidas, como resultado de escándalos políticos que involucraban a miembros de su gobierno, y debido al desencanto con su manejo de los conflictos sociales. El principal de esos conflictos fueron los enfrentamientos entre intereses mineros y ambientalistas, sobre todo por una propuesta de mina de carbón a cielo abierto en la región de Cajamarca, en el norte del Perú andino.

Los problemas de Humala continuaron cuando, a pesar del acuerdo de libre comercio de Perú con la Unión Europea, que había entrado en vigor en 2013, la economía general del país se había desacelerado considerablemente para 2014, en gran medida como consecuencia de la disminución de la demanda internacional de metales industriales y preciosos. La inestabilidad dentro de su gabinete plagó la administración de Humala casi desde el principio, y, a principios de 2015, desacuerdos políticos, decisiones personales y escándalos políticos lo obligaron a nombrar un nuevo primer ministro siete veces. Lo que es más controvertido, a finales de marzo de ese año, la Primera Ministra Ana Jara fue obligada constitucionalmente a dimitir después de ser censurada por el Congreso encabezado por la oposición por supuestamente no controlar la Dirección Nacional de Inteligencia, que recientemente había sido acusada de espiar a políticos, periodistas y miembros del ejército de la oposición, entre otros.